sábado, 2 de noviembre de 2019

INTERNET



Marta Peirano (periodista especializada en tecnología y autora de "El enemigo conoce el sistema" (Debate).


Jaime Rubio Hancock.
          Internet lleva mal los 50 años. Nos espía, nos controla y nos genera adicción. Nos mantiene en un estado de ansiedad permanente que gestionamos con series, comunidades friquis y vídeos de cocina, maquillaje, deporte o debate político. Sus centros de procesamiento de datos liberan la misma cantidad de CO2 en la atmósfera que un país desarrollado de tamaño mediano. Sus redes sociales han hecho presidente a Donadl Trump. No podemos vivir sin él, y no podemos vivir con él. Después de dos décadas en las que todo parecía prosperar, la relación se ha vuelto tóxica. El problema no es Internet, pero es algo que le pasa a Internet. Un virus oportunista que tiene muchos nombres: capitalismo extrativista, capitalismo de la vigilancia, capitalismo de plataformas y feudalismo digital.


EL PRIMER MENSAJE DE INTERNET SÓLO TENÍA DOS LETRAS

          Está claro que ya no es el proyecto que inauguraron Leonard Kleirock (por aquel entonces tenía 35 años) y su estudiante Charley Kline un 29 de octubre de 1969, a las 22:30 horas local (tres meses antes, Neil Amstrong y Buzz Aldrin se dieron el primer paso por la Luna), enviando el primer mensaje desde la Universidad de California en Los Ángeles al Instituto de Investigación de Standford, en Menlo Park.


El profesor Leonard Kleinrock junto a un procesador de mensajes en la habitación donde nació Internet, en la Universidad de California en Los Ángeles. Imagen de 2011. REUTERS

          Su máquina era una Sigma 7 de 32 bits, la última que fabricó Scientific Data System antes de que la comprara Xerox en 1969. Al otro lado estaban Douglas Engelbart, el joven programador Bill Duval y una SDS 940, la primera máquina con un sistema operativo de uso directo compartido y la futura anfitriona de Community Memory, el primer boletín de noticias virtual. Para conectarlas, la empresa BNN fabricó dos enormes conmutadores de paquetes llamados IMP (Interfase Message Processor, Procesador de Mesajes de Interfaz - una minicomputadora, pero "mini" para los estándares de la época). La máquina pesaba unos 400 Kg y había costado 80.000 dólares, lo que 50 años más tarde equivaldrían a medio millón de euros. Su tamaño era similar al de una nevera. Ambos conmutadores los conectaron a través de una línea telefónica de AT&T. La conexión era tan inestable que se cortó antes de llegar a la mitad.

           Entonces Internet todavía se llamaba ARPANET, un proyecto de la Guerra Fría que había perdido el interés del Departamento de Defensa de Estados Unidos. ARPA era la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada, red experimental de ordenadores que Eisenhower mandó crear en 1958, cuando Rusia dejó obsoleto su sofisticado sistema de vigilancia aérea con el satélite Sputnik. ARPA estaba bajo la dirección de Larry Roberts, que había compartido despacho con Kleinrock en el MIT (Massachusetts, Institute of Technology, Instituto Tecnológico de Massachusetts). Allí, Kleinrock había publicado el primer artículo sobre el envío de datos en paquetes, una de las nociones básicas de la tecnología de Internet. Esta red, ARPA net, comenzó con cuatro universidades: UCLA, Stanford, Utah y California-Santa Bárbara. Kleinrock se encargó de seguir y estudiar su funcionamiento, por eso le tocó hacer la primera prueba.

          El 29 de octubre de 1969, Kleinrock y su estudiante Charles Kline enviaron su primer mensaje desde UCLA (Universidad de California Los Ángeles) a la Universidad de Stanford, a 600 kilómetros de distancia, donde estaba el otro ordenador IMP. Sólo había que enviar el comando LOGIN, el comando que se usa para poder entrar como usuario en un sistema. UCLA enviaría las tres primeras letras, "LOG", tecleadas por Kline, y el ordenador de Stanford completaría la palabra tecleando "IN". Además de eso,  para asegurarse de que todo iba bien, Kleinrock estaba también al teléfono con Standord:

     - ¿Os ha llegado la "L"?

     - Sí.

     - ¿Os hallegado la "O"?

     - Sí.

          Lo que no llegó fue la "G". La computadora de Stanford se cayó, por lo que el primer mensaje enviado con éxito en Internet solo fue "LO". Tras una hora más de trabajo y un nuevo intento, las tres letras de "LOG" cruzaron esos 600 Km. Había nacido Internet.


La sala desde donde se envió el primer mensaje se reconstruyó en 2011. En la puerta hay una placa que dice "Lugar de nacimiento de Internet". Robyn Beck (AFP/Getty Images)

La placa dela puerta de la sala desde la que se envió el prime mensaje dice: "Birthplace of the Internet". Aquí nació internet. Robyn Beck. (AFP / Getty Images)



HE AQUÍ EL PRIMER MENSAJE DE INTERNET

          Fue un mensaje poco solemne si lo comparamos con otros estrenos. En 1844, Samuel Morse envió por telégrafo un mensaje de Washington a Baltimore con la frase What hath God wrought? (¿Qué nos ha traído Dios?). Alexander Graham Bell pudo decirle por teléfono a su asistente en 1876: Señor Watson, venga aquí. Quiero verle, en la primera conversación telefónica registrada (aunque Meucci inventara el teléfono años antes son poder patentarlo). En Internet tenemos "LO".

          En los textos de historia de Internet se suele comparar este "lo" a "Lo and Behold", una expresión frecuente en las Biblias en inglés, que en las versiones en español suele traducirse o aparecer como "he aquí". A Kleinrock le gusta decir que aquel "LO" fue el "Lo and Behond" (oh, milagro; he aquí; ecce homo) de nuestra era. Fue el título que el director alemán Werner Herzog le puso a su documental sobre la Red en 2016. Kleinrock decía en el primer episodio que "no podríamos haber pedido un mensaje más breve, más poderoso, más profético".

          Aunque hoy se habla del "cumpleaños de Internet", la ocasión no se celebró particularmente. Después de aquel mensaje no hubo ruedas de prensa ni nada parecido, más allá de una nota en un diario de trabajo de la universidad: "22:30, hemos hablado con SRI (Stanford Research Institute) de servidor a servidor." A nadie se le ocurrió dejar mayor constancia. Hay una foto del cuaderno en la página de Kleinrock en la web de la universidad, donde sigue trabajando a sus 85 años.


Nota de Kleinrock en su cuaderno, haciendo referencia al primer mensaje enviado por Internet. UCLA.

          La UCLA envió una nota de prensa en julio de 1969 que recogía declaraciones del propio Kleinrock: " Por el momento, las redes de computadoras están en su infancia. Pero a medida que crezcan y aumente su sofisticación, probablemente veremos cada vez más servicios de computadoras, que, igual que los servicios de electricidad y teléfono, darán servicio a hogares y oficinas de todo el país."

          El profesor también contaba que las redes de ordenadores "no son un concepto nuevo del todo", aunque hasta ese momento se trataba de redes para funciones muy concretas, como el sistema de reservas de aerolíneas Sabre. ARPA no tenía propósito definido, como ha quedado claro años después, cuando usamos Internet para ver series, buscar recetas, enviar mensajes y buscar una ruta sin atascos, entre otras muchísimas cosas.

          Los medios no hicieron mucho caso; incluso el periódico de los estudiantes de la Univesidad, The Daily Bruin, apenas le dedicó al tema una esquina de su portada del 15 de julio: "Las computadoras del país se unirán aquí primero." El artículo detallaba que en el proyecto participaban 20 personas de UCLA, incluyendo a 15 estudiantes.

Leonard Kleinrock junto al ordenador desde el que se envió el primer mensaje de Internet. Robyn Beck (AFP/Getty Images). A la derecha de la imagen se puede apreciar el recorte del periódico de la univerdad donde se cita esta primera comunicación de Internet.

          El ordenador dejó de usarse en 1982. La universidad estuvo a punto de tirarlo a la basura. "Nadie pensaba que esta máquina fuera importante", explicó Kleinrock, que logró salvarla a tiempo.

          "Mandé aquel primer mensaje por Internet, pero fue como cualquier otro día, apenas les dí importancia. Estábamos intentando resolver un problema complejo. No estaba claro si iba a salir bien. Sabíamos que podría tener impacto, pero en aquel momento no lo tuvo. No fue un gran asunto. Lo que nos animaba era el desafío de ingeniería, la excitación de hacer algo nuevo. La recompensa no era monetaria, obviamente, sino resolver un problema y crear algo que otro usara", explicó Kleinrock en el marco de las jornadas de Onlife celebradas en Milán a principios de octubre.

          El pecado original de Internet fue la ingenuidad de los pioneros. La Internet original era un lugar de encuentro de investigadores. Era obvio que aquello iba a explotar. "Estaba claro que iba a estar en cada casa, pero no supe ver, ni yo ni nadie, la poderosa parte de comunidad (las redes sociales) y su impacto en cada uno de los aspectos de la sociedad. No fue hasta que el correo electrónico inundó la red en 1972 que me dí cuenta del poder que tendría Internet al permitir la interacción entre gente", dice.

          Aún menos supo intuir que se usaría la Red para el mal: mandar spam, suplantar la personalidad, robar datos, y la llegada delos discursos de odio o noticias falsas. Es probable que más atención inicial no hubiera evitado estos problemas, pero los hubiera mitigado. "No necesitábamos seguridad ni privacidad. Nadie la necesitaba. Había algo incluido en la tecnología inicial llamado interfaz de línea privada que estaba cifrado. Pero nadie lo usaba porque no lo requería. Así que no se desarrolló", explica.



¿CUÁL FUE EL PRIMER USO ILEGAL DE INTERNET? LO COMETÍ YO EN 1973

          Los pioneros de Internet vivían en una red para miembros selectos cuyo uso estaba limitado a fines científicos. "¿Cuál fue el primer uso ilegal de Internet? Lo cometí yo en 1973", explica Kleinrock. Había ido a una conferencia en la Universidd de Sussex (Reino Unido). Al volver a Los Ángeles se dio cuenta de que se había dejado la maquinilla de afeitar. "Y la quería de vuelta. Era por la tarde en Los Ángeles, las 3 de la mañana en Londres, y pensé: ¿quién estará despierto a esta hora? Seguro que mi buen amigo Larry Roberts (otro de los padres de Internet)", dice. Entró en su programa desde su habitación tecleó: where Roberts? (¿dónde Roberts?). "Lo que hacía este programa era preguntar a otros ordenadores, a todos en aquel momento, y miraba quién estaba en sesión en cada máquina. Espere tres minutos y apareció Roberts, abrí un chat y le pedí que me trajera mi maquinilla al día siguiente. Este fue un uso personal, no científico. Así que en cierto sentido fue el primer acto ilegal", explica.

          Esta ingenuidad sobre el concepto de maldad en Internet es algo que dejó a estos investigadores sorprendidos cuando vieron el primer mensaje de spam el 12 de abril de 1994. Era sobre la lotería de green cards, los permisos de residencia permanente en Estados Unidos. El asunto de correo electrónico sugería que era el último sorteo y animaba a los receptores a responder para pedir más información. De ahí a exigirles algo de dinero a cambio de nada, solo había un paso.

         Cuando Kleinrock vio aquellos mensajes falsos en 1994 se sorprendió. El único modo de remediarlo era relanzar Internet, que requería desconectar todos los equipos y volver a empezar. Ya era demasiado tarde. Como ahora. "A las grandes compañías tampoco les importa. Explotan la falta de privacidad. La compañía no hacía el mal, ¿te acuerdas?", dice en referencia a Google, cuyo lema inicial era "No seas malo". "Pero la gente se corrompe con mucha facilidad", añade Kleinrock.



INTERNET ES FRÁGIL

          Internet es frágil. Sus fundamentos están construidos sobre columnas enclenques, que requieren de parches y andamios. "Déjeme que te cuente el motivo", dice Kleinrock. "Los programadores son una mala raza. ¿Por qué? Prueban algo de código, no funciona. Prueban como cambiar algo, no funciona. Prueban algo distinto, ¡funciona, ya está!. Pero yo, como teórico, matemático, tengo que analizarlo y evaluarlo, ¿cuál es su rendimiento, funciona bien? ¿Qué límites tiene? Los desarrolladINTERores no piensan así. Solo quieren que funcione,  cuando lo hace, lo lanzan", explica. Para un sistema operativo o una app es importante ser los primeros en el mercado, no los más perfectos en seguridad o privacidad. Para eso ya están las actualizaciones posteriores. Hay mucho dinero en juego para quien llega primero.

          Pero mientras llegan las actualizaciones, los malos encuentran montones de agujeros. Así se ha hecho Internet, añadiendo pisos encima de fundamentos a medio hacer, que se iban reparando, mientras más y más pisos se colocaban encima. Los agujeros que quedan y que se van creando son enormes.




DESARROLLO DE INTERNET

          Cuatro años más tarde de la creación de ARPANET, en 1962, durante la crisis de los misiles cubanos, la agencia le encargó a un ingeniero eléctrico de origen polaco, Paul Baran, que buscara una topografía de red capaz de resistir un ataque nuclear. Baran predijo que estaría compuesta de ordenadores y sería digital. Y dibujó tres topografías de red distintas, de la más frágil (centralizada) a la más resistente (distribuida), donde la transmisión de datos quedaba repartida equitativamente por todos los nodos. Si no había un centro de operaciones, nadie podría destruir la operación.

Paul Baran, uno de los padres desconocidos de Internet.

          Baran inventó también un ingenioso sistema burocrático para que los paquetes de datos circularan por esa red de la manera más segura y eficiente posible. Así nació el sistema de conmutación de paquetes (packet-switching), el principio que rige las comunicaciones de datos en redes informáticas de todo el planeta. Y que fue demostrado aquella noche de otoño, Lo and Behold. Pero para entonces, el presidente era Richard Nixon y EEUU había puesto un hombre en la Luna, el Concorde había roto la barrera del sonido y 25.000 personas se habían juntado para hacer el amor y no la guerra en un festival de la Costa Este (festival de Woodstock, 15 al 18 de agosto de 1969). América estaba a otras cosas. Fue precisamente su desgracia lo que le permitió prosperar.

          En 1973, ARPANET tenía 40 notos conectados que intercambiaban archivos, pero la agencia estaba tan arruinada que trató de regalarle el proyecto a AT&T, y la operadora lo rechazó. Los ingenieros dijeron que era algo que no podían usar ni vender. Que no servía para nada. La verdad es que rechazaron el sistema de conmutación de paquetes de Paul Baran desde el primer minuto porque les quitaba el control absoluto sobre la red. En aquel momento, ni el gobierno de EEUU ni su principal operadora entendieron el potencial del experimento que pronto transformaría el mundo. Así fue como la red militar se convirtió en un proyecto humanista en manos de un puñado de profesores y estudiantes universitarios y siguió creciendo como infraestructura pública, conectando instituciones científicas y educativas.

          Al otro lado del Atlántico, el informático Donald Davies implementaba una red basada en la conmutación de paquetes para el Laboratorio Nacional de Física en el Reino Unido, y el ingeniero Louis Pouzin desarrollaba Cyclades en el Laboratorio Nacional de Investigación de Ciencias de la Computación francés. Todas las operadoras de Europa tenían su propio proyecto de red y eran públicas. La primera Conferencia Internacional de Comunicación por ordenador los reunió en Washington en 1972. Allí nace el International Network Working Group, con Davies , Pouzin y el carismático científico de la computación estadounidense Vint Cerf a la cabeza. Estos padre fundadores de Internet crearon los protocolos que rigen la Red desde entonces: el protocolo de control de transmisión y el protocolo de Internet, llamados TCP/IP.

Vinton Cerf

          Llegar a los protocolos TCP/IP fue una tarea titánica y un verdadero acto de fe. Había docenas de redes basadas en la conmutación de paquetes, pero completamente distintas en todo lo demás. Unas iban por línea telefónica, otras por satélite y otras por radio. Tenían que comunicarse todas con todas. Y ese era solo el problema técnico. Había un problema político: conectar infraestructura pública y privada entre países distintos sin dejar que nadie ejerciera control de las comunicaciones.

          Cerf los describe como una guerra santa. Los ingenieros europeos no querían que un nuevo Hitler, un Stalin o un Mussolini pudiera espiar a sus propios ciudadanos, educadores o científicos. Los estadounidenses no estaban tan preocupados porque sus operadoras era privadas. En un mercado de libre competencia, pensaban algunos, ninguna empresa podría ejercer un dominio lo bastante grande como para que pasara algo así. Finalmente, Pouzin y Davies encontraron la manera de que los paquetes de datos viajaran de forma fragmentada por rutas recalculadas en función del tráfico existente, el ancho de banda disponible y la cantidad de notos participando en la transmisión. Cada paquete lleva la información necesaria para que el mensaje se pueda recomponer en su lugar de destino. La noche de fin de año de 1983, ARPANET cambió los protocolos y adoptó el TCP/IP.


UNA ESTRUCTURA CAPAZ DE RESISTIRLO TODO

          ¿Qué clase de red podría sobrevivir a una guerra nuclear? Paul Baran encontró la respuesta: aquella cuya supervivencia no depende de un solo punto de la estructura y cuya carga se distribuye de manera equitativa por todos los nodos que la forman. Su famoso diagrama presenta tres topografías de red: una centralizada con forma de estrella, donde todas las comunicaciones pasan por un solo punto; otra descentralizada compuesta de constelaciones, y una tercera red distribuida de nodos interconectados en una estructura no jerárquica. Si repartes el control entre todos los usuarios, no solo reducen el poder que puede ejercer cada uno, sino que también repartes la vulnerabilidad del sistema. Esta es la clase de red, concluyó Baran, capaz de resistir un invierno nuclear, una catástrofe meteorológica y lo que haga falta.

          Además de la estructura, Baran pensó una manera de proteger las comunicaciones. Los paquetes de datos serían fragmentados y dispersos por toda la red, saltando de noto en nodo hasta llegar a su destino. De esta forma viajarían más deprisa, aligerando la carga total del sistema, pero también serían más difíciles de interceptar. Además, si un nodo quedaba comprometido, el invasor solo tendría acceso a un fragmento de la comunicación total. Y si un nodo era distribuido antes de hacer su trabajo, al menos una parte importante del mensaje llegaría a su destino y se podría reconstruir. Esta es la base del sistema de conmutación de paquetes que hace posible la Red. No solo no ha quedado obsoleto, sino todo lo contrario: está más vigente que nunca.

          Los ingenieros de la compañía de telecomunicaciones estadounidense AT&T no se tomaron la propuesta con deportividad. Era la némesis del sistema de conmutación de circuitos creado por Bell Telephone Laboratories. Para hacer una llamada, la operadora establecía de antemano un canal de comunicación con un ancho de banda predeterminado, como un único cable entre emisor y receptor por el que se desplazaba el mensaje entero. Un solo fallo y se cortaba la comunicación. Un solo nodo comprometido y todo el mensaje quedaba en sus manos. Pero tenía el control absoluto del proceso. "Querer innovar en un sistema como este es como someterte a un trasplante de corazón mientras corres una milla en cuatro minutos", dijo Jack Morton, el jefe de departamento de ingeniería electrónica. Era un control al que no estaban dispuesto a renunciar.

          El memorando que entregó Paul Baran al gobierno de EEUU en agosto de 1964 con el diagrama, la tecnología y el sistema de gestión por paquetes fue archivado y olvidado en un cajón. Por suerte, la idea era demasiado buena para que se le ocurriera a uno solo. Había al menos dos ingenieros trabajando en el problema para dos instituciones distintas en otros puntos del globo. El primero era Donald Davies en el Laboratorio Nacional de Física de Londres. El segundo, Leonard Kleinrock en el MIT.