jueves, 21 de marzo de 2013

¿PROFESORES O PANTALLAS?

http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/03/profesores-o-pantallas.html


     ¿Nos encaminamos hacia un futuro de ciencia-ficción en el que los jóvenes serán educados por una pantalla en lugar de por un profesor? ¿Serán las aulas unos ámbitos hipertecnológicos en los que los chicos tengan que estar más pendientes de sus auriculares injertados y sus artefactos holográficos que de interlocutores docentes de carne y hueso?

     Ante preguntas como estas, es bueno evocar al gran físico cuántico danés Niels Bohr, de quién a menudo se recuerda su irónica advertencia: "Hacer predicciones es muy difícil, especialmente cuando se trata del futuro”. Menos a menudo se recuerda otra genial cita que dejaría totalmente en la cuneta a cualquiera que no fuera al menos un poquito físico cuántico: “Su teoría es disparatada, pero no lo suficientemente disparatada para ser verdad”.

     Pues eso es lo primero que se me ocurre cuando tropiezo en las conversaciones o en los escritos con las encrucijadas del primer párrafo: quiero pensar que son escenarios disparatados. Y espero que no sean lo suficientemente disparatados para acabar siendo verdad. No me refiero al horizonte de las jóvenes generaciones actuales, sino el de aquellas otras que les sucederán: quizá los nietos de nuestros hijos. Pero antes de caer en la tentación de pontificar sobre el futuro prefiero evocar lo que dice en casos similares el periodista Rodolfo Serrano: “Lo más probable es que ya veremos y lo más seguro es que quién sabe”.

     Planteadas estas dificultades sobre el arte de la adivinación del futuro, volvamos al tema de las nuevas tecnologías en la educación. Se trata de un asunto cargado de realidades, promesas y espejismos en considerables dosis.

     En mi opinión, el poder de aceleración de la tecnología puede quedarse en puro fuego de artificio, o incluso agrandar la famosa brecha digital, si no median políticas estructurales de cierta complejidad, mucho más allá del gran esfuerzo económico y logístico que conlleva llenar las aulas de ordenadores, tablets o lo que venga después. Porque esa era la tentación de las Administraciones, al menos hasta que la crisis económica dejó bajo cero las inversiones educativas. 

      Juguemos por un momento a que no hay crisis y cuestionemos la manera de pensar de la mayoría de los Gobiernos. Esto es lo que piensan: nos embarcamos en un festival informático, llenamos las clases de aparatos y ahí acaba nuestra responsabilidad. Expresada con más elegancia, pero esa es su idea (equivocada).

     Pero no nos engañemos, el hardware por sí mismo no es la gran respuesta al desafío; en realidad, puede provocar un espejismo político con efectos adormecedores. Analizando las actuaciones y las declaraciones en materia de nuevas tecnologías se diría que no hay conciencia de una verdad elemental: para la integración de las nuevas tecnologías en la educación, aparatos e instalaciones son una condición tan necesaria como insuficiente.
 

     La mayoría de los gobiernos se conformaban antes de la crisis (y sospecho que harán lo mismo después) con la dotación informática. No daban la debida importancia a la formación de los profesores para que integren las tecnologías en su metodología cotidiana. Por no hablar del estimulo al I+D de las editoriales (y, cada vez más, otras empresas de contenidos) para la reformulación de los contenidos con planteamientos digitales. Es mucho más fácil comprar aparatos que formar a los docentes o facilitarles el camino hacia las nuevas metodologías. Y, además, para qué negarlo, luce más en una campaña electoral.
 
      Pero resulta lamentable que, por falta de formación docente y buenos contenidos, los planes vayan quedando en propaganda mediática y quincallería informática semiabandonada por los rincones del aula.

     Por otro lado, a algunos docentes hay que recordarles que, si la inmensa mayoría de los ciudadanos está obligada intelectual y profesionalmente a manejar las nuevas tecnologías, mucho más lo están los profesores. No valen las coartadas, y mucho menos las defensivas invocaciones al hecho de que la pantalla nunca podrá sustituir al profesor. Ojalá no: ahí casi todos estamos de acuerdo. Pero esa no es la cuestión.

     La verdadera cuestión es que, a medio plazo, el profesor que, con mil clases de argumentos, se automargine de las nuevas tecnologías será sustituido por otro profesor que tenga destrezas. No solo tecnológicas, sino también tecno-pedagógicas. Sin duda habrá un cambio en el papel profesional de los profesores que, en unos años (¿15 o 20?), lo hará irreconocible. Porque lo virtual ya es real y los docentes que rechacen enseñar con ayuda de las nuevas tecnologías simplemente no podrán cumplir con su trabajo, de la misma manera que no lo cumpliría un médico especialista que se negara a utilizar la tomografía axial computerizada.

     De estas consideraciones se desprende, con lógica aplastante, la necesidad imperativa de cambiar la formación inicial de los nuevos profesores. No solo como usuarios normales de programas, sino como generadores y buscadores de contenidos tecnológica y didácticamente evolucionados.
 
     Y tampoco podemos perder de vista también que las nuevas tecnologías proporcionan a las familias una posibilidad de información, comunicación y participación que ya no nos podemos permitir el lujo de desaprovechar. La instantaneidad comunicativa de hoy en día permite a profesores y centros establecer una vinculación enriquecedora no sólo con los alumnos, sino también con los padres, que, bien llevada, debe contribuir al acercamiento de las familias. 

     En definitiva, la posibilidad que las tecnologías ofrecen de romper el tiempo y la distancia ayuda en cierto sentido a hacer más transparentes los muros de las aulas y de los centros

     Otra cosa es que algunos docentes prefieran tener lejos a los padres. Pero entonces no deberían quejarse de que estos estén “demasiado lejos”.



IBM WATSON IRRUMPE EN LA SANIDAD

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  • Watson es la Inteligencia Artificial AI en su máxima expresión
  • Mejora el diagnóstico de cáncer desde el 50% humano al 90%
  • Reduce el coste sanitario
     Watson, la máquina de IBM que deslumbró al mundo en 2011 ganando en el concurso de TV Jeopardy, se ha puesto a trabajar. IBM, la empresa sanitaria WellPoint y el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center han desarrollado unos servicios en la nube que prometen revolucionar la sanidad. Y esto es solo el principio.


     La Inteligencia Artificial dormitaba en el mundo académico hasta que en 2011, IBM anunció que un ordenador, Watson, competiría en el concurso de televisión Jeopardy. Watson lo hizo de forma brillante ganando a los dos mejores concursantes de la historia del concurso. Para lograrlo, Watson incorporaba un conjunto de algoritmos que en esencia permitían:
  • Moverse en la ambigüedad (propio de los hombres pero no de las máquinas)
  • Aprender
  • Plantear hipótesis y buscar evidencias
     Era obvio que IBM no había invertido una enorme suma para ganar en un concurso. Pronto acuñó el lema Putting Watson to work y formó el grupo Watson Solutions. La primera industria candidata fue la sanidad. El resultado lo hemos visto el 8 de febrero de 2013 con los primeros productos disponibles comercialmente.

     El Memorial Sloan-Kettering Cancer Center es la mayor y más antigua institución privada del mundo dedicada al estudio del cáncer. Hasta la fecha, Watson ha digerido más de 600.000 evidencias médicas y dos millones de páginas de 42 revistas médicas. El estudio del cáncer se está haciendo muy complejo ya que cada vez es más personalizado e incluye las características genéticas del paciente. Es una cantidad de información que simplemente escapa la capacidad humana. Watson trabaja con las notas del médico, el resultado de las pruebas diagnósticas, el historial de miles de pacientes o la información en revistas científicas.

     Por otro lado, WellPoint, el mayor seguro sanitario de EE.UU., ha trabajado a fondo para adaptar Watson al entorno sanitario. El entorno sanitario es muy complejo en EE.UU. con muchos participantes: el que paga, el que da la atención y el que la recibe. WellPoint trabaja con muchas instituciones además de sus propios recursos. Dos de las necesidades a cubrir son: abaratar los costes de la atención y acelerar el diagnóstico y tratamiento. En este sentido Watson es providencial ya que el médico puede tener un diagnóstico rápido del paciente y solicitar las pruebas adicionales pertinentes. Las pruebas son caras y es esencial realizar solo las que van a aportar información decisiva.

     En los ensayos, Watson ha alcanzado un 90% de diagnósticos correctos de cáncer de pulmón en contraste con el 50% de los médicos humanos.

     Los tres primeros productos comerciales basados en Watson ya están disponibles. Se trata del Interactive Care Insights para Oncología por parte del Memorial Sloan-Kettering. WellPoint está manejando el Care Guide y el Interactive Care Reviewer, ambos para la gestión inteligente de los pacientes.

     WellPoint es un suministrador de servicios sanitarios y los médicos de otras instituciones pueden usar sus productos accediendo desde ordenadores y dipositivos portátiles ya que el servicio está en la nube.

     Desde sus comienzos, los algoritmos de Watson han mejorado un 240%. El ordenador que ganó en Jeopardy tenía 90 servidores y 2.880 cores. Pero en el concurso Jeopardy todos los temas eran posibles. Ajustando el sistema al entorno sanitario ahora es posible ejecutar Watson en un solo servidor Power 750 que usa 4us de un rack estándar.

¿Watson en el smartphone?

     En el concurso Jeopardy, Watson no reconocía la voz, pero sí lo hace en las nuevas implementaciones. Esto es debido al acuerdo de IBM con Nuance (que también trabaja con Apple para Siri).

     La idea es implantar Watson en muchos sectores industriales como la banca o los centros de atención al cliente, los Call Center. Su tecnología se incorporará en otros muchos productos estándar. Y probablemente acabe llegando a nuestros dispositivos móviles que accederán a una nube en la que detrás estará una implementación de Watson.

     El futuro de Watson comercial ya ha empezado y los anuncios se sucederán a lo largo del año. La Inteligencia Artificial ha llegado para quedarse entre nosotros.

domingo, 17 de marzo de 2013

10 FORMAS DE LUCHAR CONTRA LA PROCRASTINACIÓN

http://blogs.elpais.com/ayuda-al-estudiante/2013/03/10-formas-de-luchar-contra-la-procrastinacion.html


     En los tres posts precedentes he pretendido dejar sentada la enorme importancia que tiene la lucha contra la procrastinación simplemente para hacer bien el trabajo o, por decirlo a la antigua usanza, para hacer lo que debemos hacer, teniendo bien claro que lo primero es lo primero (y lo demás no). Conocer la tipología del procrastinador, las causas biológicas de esta conducta y cuál es nuestra principal arma contra ella, la motivación, es imprescindible.
     Pero ahora trataré de ser más concreto al hablar de cómo afrontarla: ¿Qué podemos hacer en el día a día para controlar poco a poco la procrastinación? No vale la respuesta humorística: que pase el tiempo y el joven se convierta en adulto. No, porque la relación entre jóvenes y procrastinación es indudable, pero no es una ley de hierro: ni todos los jóvenes procrastinan por igual, ni todos los adultos han dejado de hacerlo (en realidad, lo siguen haciendo la mayoría).
     Lo que podemos hacer lo resumiré en 1+10 pautas. La pauta que va suelta, es la madre de todas las pautas (en esta vida moderna). Suprimir las tentaciones electrónicas es la técnica antiprocrastinación más eficaz, por encima de cualquier discurso sobre la importancia de la motivación. El sonido de las llamadas telefónicas, los mensajes, el correo, las redes, etc., nos han convertido en una especie de perros de Paulov, que reaccionan ante estos estímulos como si interrumpir el trabajo decenas de veces no tuviera la menor importancia. O como si estuviéramos bien dispuestos a pagar el precio de esas interrupciones a cambio de la sensación de conexión permanente.
     Una vez establecido esto, veamos la otra docena de pautas, que considero pueden ser de utilidad para ayudar a nuestros hijos:
  1. Establecer metas. Las metas generan espirales de éxito muy eficaces. ¿Cómo deben ser? Específicas (no tan genéricas que no muevan a la acción), secuenciadas (parciales, pero dentro de una senda global),accesibles (pero no tan ínfimas que no supongan progresos) y temporalmente realistas. Además, mejor de acercamiento que de evitación o negativas.
  2. Tomar decisiones y comunicarlas. Las decisiones formales y explícitas ayudan a doblegar el sistema límbico: la parte planificadora de nuestro cerebro se impone así a la impulsiva. El compromiso es más difícil de incumplir cuando hay una resolución solemne y pública.
  3. Apoyarse en rutinas positivas para automatizar el trabajo y alejar tentaciones. Las rutinas son apoyos esenciales de los objetivos a largo plazo, porque, al automatizar el trabajo, alejan tentaciones y distractores. Cualquier procrastinador puede rendir tanto como quien no lo sea, siempre que se agarre a las rutinas. Evitar las excepciones impide que se conviertan en reglas, porque la primera dilación es un camino abierto a la segunda.
  4. Romper la barrera del minuto -1. La verdadera barrera que hay que romper es el minuto anterior a comenzar a trabajar. Ese es el gran obstáculo. Si se supera esa gran barrera inicial, todo resultará más llevadero y se habrá evitado el mayor riesgo de procrastinación.
  5. Evitar las tentaciones para evitar los peligros. Distanciar las tentaciones (tareas o distracciones alternativas) multiplica su demora de satisfacción y reduce su poder motivador. Siempre es bueno interponer obstáculos entre el trabajo y la tentación. La técnica del envoltorioconsiste en pensar en la tentación como algo lejano, abstracto, incierto, indefinido, sin dejarse atrapar por sus detalles más atractivos (como si en lugar del sabor y la textura del chocolate fuéramos capaces de visualizar solo una caja de bombones envuelta en papel opaco).
  6. Anotar ideas para expulsarlas de la mente. Anotar las ideas ajenas al tema en el que se trabaja evita un gran riesgo de desconcentración y de procrastinación. Como es difícil suprimir los pensamientos a pura fuerza de voluntad (si nos obligamos a no pensar en algo, probablemente acabemos pensando en ello más aún), necesitamos la ayuda del taco de notas, que los echa de la cabeza y evita que se nos queden flotando.
  7. Buscar la cara agradable de lo desagradable. Así se eleva la valoración de las tareas duras y, por lo tanto, su escaso poder motivador. Manipular mentalmente la tarea y asociarla a algo que nos resulte agradable eleva la motivación. Además, autopremiarse y autohalagarse potencia la autosatisfacción.
  8. Visualizar los logros deseados para vivirlos por anticipado. Recrear situaciones de forma intensa hace que nuestra mente se active y genere una especie de imagen como si se hubieran producido tales logros. Si somos optimistas y visualizamos activamente las metas, habremos dado un paso hacia ellas. Por el contrario, tener miedo a fallar incrementa las posibilidades de fallo.
  9. Evitar los argumentos autoabsolutorios o autopermisivos. Si decimos “no pasa nada por un día que me retrase, tengo tiempo”; “miro Facebook, pero solo cinco minutos”; “ya empiezo mañana, que es lunes”, no nos miramos en un espejo real ni daremos pasos hacia el cambio correcto.
  10. Combatir el aburrimiento. El aburrimiento empuja de cabeza hacia la procrastinación. Hay pautas para inflar artificialmente el interés de las tareas: cambiando la manera de abordarlas, marcando pequeños hitos, recortando los tiempos de las tareas parciales como en una autocompetición, conectando mentalmente la tarea pequeña en un todomucho más importante. Enganchar las tareas en otras de superior rango y de mayor importancia es eficaz. Y, desde luego, el cansancio es un factor que multiplica el desinterés y reduce la capacidad de esfuerzo.
     Todas estas pautas son eficaces, lo que no quiere decir que sean sencillas de implementar o manejar con maestría. Lo que interesa es que nuestros hijos las conozcan y que, para su puesta en práctica, reciban nuestra ayuda. El tema no es simple, porque la tendencia a la procrastinación está muy arraigada en nuestro cerebro; de hecho, podríamos decir que es natural. Pero es una batalla que merece la pena emprender.
     El premio es mejorar sustancialmente la forma de trabajar. Y sufrir mucho menos, para qué negarlo.